Nuestro jardín es un jardín en transformación. No se cansa de cambiar de un año a otro. Comenzó hace casi 50 años con la llegada de mis suegros en tiempos de cultivos de hortalizas y flores. Luego fue el lugar de paltos y naranjos pero los que por las condiciones inapropiadas tuvieron su fin. Desde entonces heredamos unos peumos, un gran liquidámbar, un crespón, una flor de la pluma y un par de plantas más. Y mucho pasto.

Los primeros 10 años fueron de riegos por tendido con agua de canal, tiempos en que a nadie le faltaba el agua y en que los niños chapoteaban en láminas de agua estancadas por horas para impregnar bien la tierra. Ese panorama fue cambiando lentamente hasta llegar, hoy en día, a contar con una pequeña fuente de agua para riego localizada y focalizándose en plantas de poco requerimiento de agua.

Disminuimos drásticamente la cantidad de pasto y cada año incorporamos nuevas plantas de poco requerimiento y alto aporte ecológico. Muchas salvias, romeros, allium, gramíneas, árboles y arbustos nativos como Quillay y Satureja montana son cada vez más protagonistas del paisaje. Cada árbol tiene su historia y estamos muy unidos a ellos por lo mismo. Una planta habla del abuelo, la otra del amigo. Muchas son de nuestros viveros que comenzamos con la recolección de semillas siendo estudiantes de agronomía, en las plazas de Valparaíso. Palmas chilenas, Butia, Syagrus romanzoffiana, Washingtonia filifera, Trachicarpus fortuneii.

Luego llegó la transformación constante de los macizos para probar diferentes plantas de innovación de Vivero Pocochay, en que cada macizo se ha transformado en un experimento. Los senderos formados a través de los años son un paseo imperdible de cada fin de semana de los hijos santiaguinos, llevando consigo ramos de aroma y color a sus departamentos.

El jardín tiene un sector de la huerta, con su invernadero también heredado de mi madre con el que ella inició su primer cultivo que hoy es una de nuestras especialidades en Vivero Pocochay: Cyclamen (hederifollium, coum , persicum). Mis padres agricultores de toda una vida tal como mis suegros, nos dejaron el amor por la naturaleza y por sobre todo el respeto a ella.