Vale la pena compartir esta bella historia. Ubiquemos a esta magnífica rosa, considerada como una de las preferidas en el mundo, en Francia, con exactitud en el mes de junio de 1935, en casa de una de las grandes familias de cultivadores y obtentores de rosas, la familia Meilland.
Esta familia, con vasta experiencia en rosas, tras varios cruzamientos con diferentes variedades, consigue una débil plantita, de la cual se logran tres injertos. De ellos, sólo sobrevive uno.
Por cierto grata fue la sorpresa cuando éste floreció… y aparece un hermoso pimpollo alargado de color amarillo canario, que al abrirse viraba al amarillo oro, cuyos pétalos suavemente ondulados estaban ribeteados de un tenue rosado, que con el tiempo cubría toda la flor.
El follaje, además de sano, era de un verde brillante completando a la perfección la nueva creación.
Luego de haber comprobado durante algunos años que estas características se mantenían, la familia Meilland decidió formalizar su existencia y de alguna forma “presentarla” en sociedad. De este modo, en 1939 convocan a sus clientes y amigos que quedaron de inmediato cautivados bajo la seducción de esta magnífica rosa.
Muy pronto, cultivadores de Turquía, Alemania e Italia realizaron encargos y comenzaba su diseminación inmediatamente.
Presten atención…, hablamos de 1939. El mundo estaba en el umbral de un acontecimiento que sacudiría hasta el último rincón del planeta por más de 4 largos años: llegó la segunda guerra y entre sus muchas historias, hay una más.
Ese mismo año Francia e Inglaterra declaran la guerra a Alemania y por esta razón, la familia no tuvo noticias sobre si las plantas habían llegado a buen destino y se habían adaptado bien a los nuevos climas.
La familia aún no había realizado el bautismo de la nueva variedad, pero ya pensaban en un nombre. Madame Antoine Meilland, esposa de Antoine Meilland y madre de la nueva generación, había fallecido.
Francia, afectada por la guerra, debió olvidar el cultivo de plantas florales, para abastecerse de alimentos. Hasta la muy “rosófila” familia Meilland se vio obligada a arrancar y quemar 200 mil plantas de rosas para dedicar la tierra a la horticultura, dejando sólo el espacio imprescindible para el mantenimiento de algunos rosales.
En noviembre de 1942, los alemanes que ocupaban buena parte del norte de Francia, así como parte de la zona costera, invadieron todo el territorio. Dada la nueva situación, el cónsul estadounidense debió retornar a su país y lo hizo portando, a pedido de los Meilland, un pequeño paquete de plantas, para un amigo que se dedicaba al cultivo de rosas.
Finalizada la guerra en 1945, la familia recibió noticias de sus amigos, y se encontró con la grata novedad de que tres plantas de su nueva variedad habían sobrevivido; una en Alemania, otra en Italia y la última en casa de su amigo en los Estados Unidos. En cada lugar la rosa fue bautizada con un nombre diferente, lo que a todas luces habla de la magnificencia de esta variedad. Gioia, que en español quiere decir alegría fue llamada en Italia, Gloria Dei, Gloria de Dios en Alemania. De los Estados Unidos, las novedades llegaron a través de una carta de su amigo diplomático que les decía: “Mi mirada se queda maravillada ante esta enorme rosa amarillo canario ribeteada de carmín. Ahí esta majestuosa, prometedora. Estoy seguro que será la rosa del siglo“. Y la bautizó con el nombre de Peace (Paz).
El 8 de mayo del mismo año Alemania firmó su rendición. Delegados de todo el mundo se reunieron para conformar lo que luego fue la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sobre la mesa de reunión encontraron un magnífico ramo de la Rosa de la Paz.